Festival de beethoven por Rafal Olvinski

Festival de beethoven por Rafal Olvinski

martes

CULTS

Me encanta Cults!. Yo ya los he añadido a mi lista de música de este verano.
Feliz Verano!



I knew right then that I'd been abducted
I knew right then that he would be taking my heart
I knew right then no one was above him
I knew right then that he would be breaking my heart

He tore me apart because I really loved him
He took my heart away and left me to bleed out, bleed out
He broke my heart because I really loved him
He took it all away and left me to bleed out, bleed out

I knew right then that she'd been abducted
I knew right then that I would be taking her heart
I knew right then that I'd never love her
The reasons I hope the dream hasn't left her scarred




I, I can’t take things slowly
Come let away that’s what they all do
Help me ‘cause I’m feeling shaky
Tell me what’s wrong with my brain
'Cause I've seem to have lost it

'Cause I am afraid of the light
Yeah you know what I mean
And I can't sleep alone at night
yeah you know what I mean

Lonely, that’s not quite my problem
I have all that I need, haven't quite lost it
I try so hard to be happy
'Cause something goes wrong once again

Please, please come and save me
Tell me what’s wrong with my brain
'Cause I've seem to have lost it

miércoles

Haruki Murakami - 1Q84



AOMAME

-Sólo me he enamorado de una persona-dijo Aomame-. Me enamoré de él cuando tenía diez años y lo cogí de la mano.
-Te enamoraste de un niño a los diez años. ¿Eso es todo?
-Eso es todo.
Ayumi cogió cuchillo y tenedor y, mientras reflexionaba, hizo un pequeño corte en un langostino.
-¿Y que hace ahora ese niño?
Aomame agitó la cabeza.
-No sé. Fue en mi clase durante tercero y cuarto de primaria en el colegio de Ichikawa, en la prefectura de Chiba, pero en quinto curso me trasladé a otro colegio en la capital y desde entonces no lo he vuelto a ver. Tampoco he oído hablar de él. Sólo sé que, si sigue con vida, ahora tendrá veintinueve años. Seguramente cumpla los teinta en otoño.
-¿Y no has pensado en investigar qué hace ahora ese chico? No creo que sea tan difícil enterarse.
Aomame volvió a negar tajantemente con la cabeza.
-Nunca tuve ganas de investigar.
-¡Qué raro! Si hubiera sido yo, seguro que habría movido todos los hilos para encontrar su paradero. Si tanto te gusta, deberías buscarlo y declararle cara a cara que estás enamorada de él.
-No quiero hacer eso -dijo Aomame-. Lo que deseo es encontarlo un buen día, por casualidad. Cruzarnos en la calle, por ejemplo, o coincidir en el mismo autobús.
-Un encuentro del destino.
-Bueno, algo así -dijo Aomame y bebió un trago de vino-. En ese momento, le abriría mi corazón. " Eres el único al que he amado en toda mi vida".
-¡Me parece tan romántico! -exclamo Ayumi atonita-.Pero me da la impresión de que las probabilidades de que os encontréis son muy pocas. Además, lleváis veinte años sin haberos visto, así que tal vez su rostro haya cambiado. Si os cruzarais por la calle, quizá no os reconoceríais.
-Por mucho que le haya cambiado la cara, lo reconocería a primera vista. Sin lugar a dudas.
-Entonces, tú crees que ese encuentro fortuito va a ocurrir y únicamente esperas a que suceda.
-Por eso siempre estoy atenta cuando ando por la calle.
-¡Hmmm! -dijo Ayumi-. Pero a pesar de que te gusta tanto, no tienes inconveniente en acostarte con otros hombres.
-Es que eso sólo es pasajero. Después no queda nada.
Se hizo un silencio durante el cual ambas se entregaron a la comida. Al acabar, posaron las cucharas y después de que el camarero les retirara el plato, reanudaron la conversación.
-¿Pero no tienes miedo?
-¿De qué?
-Pues de que quizá no vuelvas a encontarte con él jamás. Por supuesto que os podríais reencontrar por casualidad. ¡Ojalá! Espero que así sea. Pero, siendo realistas, las probabilidades de que eso no ocurra son grandes, ¿o no? Además, si os volvierais a encontrar, podría haberse casado con otra persona. Incluso podría tener hijos. ¿No es verdad? si eso ocurriera, seguramente vivirías el resto de tu vida sola.¿No te asusta pensar que nunca llegues a unirte con la única persona que amas en este mundo?
Aomame observó el vino tinto de la copa.
-Tal vez tenga miedo. Pero al menos amo a alguien.
-¿Y si a él no le gustaras?
-Aunque esté sola, mientras ame a alguien con el alma, habrá una salvación. Incluso si no puedo estar con esa persona.
-Eres increíble. ¡Te tomas las cosas con tal filosofía!
-No es que me tome las cosas con filosofía. Sólo es lo que pienso, francamente.
-En ese caso, la vida sería bastante triste.
-Supongo.
-Pero si pudieramos amar a alguien con toda el alma, por horrible que fuera ese alguien, aunque no estuviera enamorado de nosotras, por lo menos la vida no sería un infierno. Incluso aunque resultara un tanto triste.

TENGO

Tengo no volvió a sentir un estremecimiento tan intenso como el que había experimentado cuando Aomame le cogió de la mano en aquella aula del colegio. Ninguna de las mujeres que lo habían rondado en su época universitaria, o a las que había conocido tras dejar la universidad o en la actualidad había dejado una impronta tan viva en su corazón como la de aquella niña. Tengo tampoco había encontrado en ellas lo que realmente buscaba. Había conocido a muchas mujeres bellas y a mujeres cariñosas. Mujeres que lo habían apreciado. Pero al final, tan pronto venían como se marchaban, igual que aves de colorido y vistoso plumaje que se posan en las ramas y luego se van volando a otra parte. Ellas no habían podido satisfacerlo y Tengo no había podido satisfacerlas a ellas.
  A  Tengo le sorprendía que incluso ahora, cuando estaba a punto de cumplir los treinta, la imagen de aquella niña de diez años le viniera a la cabeza inconscientemente en momentos de mera abstracción, sin hacer nada. La niña le agarraba de la mano con fuerza en un aula, al terminar las clases, y escudriñába sus ojos con aquella nítida mirada. O vestía su cuerpo enjunto con la ropa de gimnasia. O caminaba por el centro comercial de Ichikawa detrás de su madre en una mañana de domingo.
  "Parece que  mi corazón es incapaz de alejarse de esa niña", pensaba Tengo en tales ocasiones. Entonces se volvía a arrepentir de no haberse dirigido a ella por los pasillos del colegio. "Si la hubiera abordado, mi vida quizá habría sido diferente"

Una vez se acordó de ella mientras compraba edamame* en el supermercado. Estaba eligiendo las vainas y se acordó de Aomame de forma espontánea. Y cuando tuvo un puñado de vainas en la mano, sin darse cuenta, se quedó paralizado, abstraído, como inmerso en una ensoñación. No sabía durante cuanto tiempo había estado así. "¡Perdone!", una voz de mujer lo devolvió a la realidad. Él era corpulento y se había plantado delante de la sección de edamame.
  Tengo salió de su abstracción, se disculpó, metió en la cesta las edamame que había cogido y fue hasta la caja con el resto de los productos. Había comprado gambas, leche, tofu, lechuga y crakers. Se mezcló con las señoras del barrio y esperó su turno para pagar. era justo la hora punta de la tarde y además, la persona que atendía la caja era novata y torpe, y se había formado una larga cola, pero a Tengo le daba igual.
  Si Aomame hubiera estado en medio de aquella cola, ¿la habría reconocido a primera vista? ¿Que hubiera ocurrido? Después de todo, hacía veinte años que no se veían. La probabilidad de que se reconocieran el uno al otro era mínima. Y si se cruzaran por la calle y él se preguntara "¿no será ella?", ¿se atrevería a abordarla de inmediato? No confiaba demasiado en ello. Quizá se cohibiría y acabaría yéndose sin hacer nada. Entonces seguramente volvería a arrepentirse: "¿Por qué no le dirigí la palabra?".
  Komatsu decía a menudo que lo que a Tengo le faltaba eran ganas y disposición. Seguramente era cierto. Cuando se sentía confuso pensaba, "¡Olvidalo!", y se daba por vencido. Así era su personalidad.
  "Pero suponiendo que nos encontráramos en algún lugar y que, por suerte, ambos nos reconociéramos, quizá le confesaría todo con el corazón en la mano." Irían a alguna cafetería cercana (por supuesto, siempre que ella tuviera tiempo y aceptara su invitación) y se sentarían cara a cara a tomar algo.
  Había muchas cosas que le quería contar. "Todavía me acuerdo bien de que me cogiste la mano en un aula del colegio. después de aquello, quise ser tu amigo. Quería conocerte mejor. Pero fui incapaz. Había varios motivos, pero el principal problema era mi cobardía. Me he arrepentido de ello durante toda mi vida. Aún hoy me arrepiento, y pienso a menudo en ti."
  "Pero quizá sea mejor no desearlo. Quizá sea mejor que no volvamos a vernos. Quizá si nos encontráramos nos llevaríamos un chasco", pensó Tengo. "A lo mejor se ha convertido en una simple oficinista aburrida de rostro cansado. A lo mejor es una madre frustada que riñe a sus hijos pequeños con voz chillona. A lo mejor es incapaz de encontrar un solo tema interesante del que hablar." Desde luego existía esa posibilidad. Si así fuera, la cosa más valiosa para Tengo, y que había llevado todo el tiempo en su corazón, se perdería para siempre. Pero Tengo estaba casi convencido de que no iba a ser así. En los ojos decicidos y el tenaz perfil del rostro de aquella niña se percibía su resolución a no consentir así como así que el tiempo cambiara.
  Y en cambio, ¿que había ocurrido con él?
  Solo de pensar en ello, Tengo sintió desazón.
  ¿No sería más bien Aomame la que se quedaría decepcionada si volvieran a verse? En primaria, tengo era un niño prodigio de las matemáticas, reconocido  por todos, sacaba las mejores notas en casi todas las asignaturas, era corpulento y poseía unas excelentes cualidades deportivas. Los profesores lo estimaban y ponían sus esperanzas en el futuro del chico. Para Aomame, debia de ser una especie de héroe. Sin embargo, ahora era un profesor contratado en una academia, y no se podía decir que fuera un empleo fijo. Como trabajo era facil y podía vivir sin privaciones, pero estaba bastante lejos de lo que podría considerarse "los pilares de la sociedad". Al mismo tiempo que impartía clases escribía novelas, pero ninguna había llegado a ser publicada. Como trabajo a tiempo parcial, escribía horóscopos al tuntún para una revista femenina. Aunque se habían hecho famosos, aquello no eran más que patrañas, hablando en plata. No tenía ningún amigo digno de mención, ni pareja. El encuentro furtivo una vez a la semana con una mujer casada diez años mayor que él era prácticamente la única relación personal que mantenía. De lo único que podía sentirse orgulloso era que La crisálida de aire, que había reescrito como negro, se había convertido en un best seller, y sin embargo se trataba de algo que no podía mencionar en público ni loco.
  Justo cuando sus reflexiones lo habían llevado a ese punto, el cajero tomó su cesta.

Edamame*, vaina de soja verde.
Aomame puede designar una variedad de soja o ser sinonimo de guisante.

Haruki Murakami
1Q84