Festival de beethoven por Rafal Olvinski

Festival de beethoven por Rafal Olvinski

martes

-¿hay algún bucanero famoso en esta ciudad?-preguntó Henry.
-Sólo un tal Dawes; pero no es más que un ratón voceras. Toma una pequeña embarcación cargada de provisiones para Campeche, y por el alboroto que organiza cualquiera diría que se había traído a casa Panamá.
-¿No hay otros?
-Bueno, hay uno al que llaman Grippo, pero ése sólo hace presas que no van armadas. Ese Grippo tiene miedo hasta de su sombra. Sí, está en puerto sin presa, bebiendo ron negro a crédito, supongo.
-¿Cuál es su barco?-preguntó Henry.
-Mira, aquél de ahí. Se llama Ganymede. Dicen que Grippo lo robó en Saint Malo, cuando la tripulación estaba borracha. Él y otros nueve tiraron por la borda a aquellos pobres desgraciados y zarparon con el barco hacia las Indias. Sí, es una buena embarcación, pero Grippo no es buen marinero. Es raro que no lo haya destrozado ya.
-Una buena nave muy marinera y rápida-comentó Henry-; aunque no le iría mal algo más de velamen. ¿Y qué tal está de cañones?
-Pues dicen que va demasiado armada.
Aquella noche, Henry encontró al bucanero bebiendo en un chamizo en la playa. Era un individuo casi negro. Le atravesaban ambas mejillas dos profundas arrugas como si le hubieran puesto un cordón de seda contra la piel hasta hacerlo desaparecer bajo ella. Sus ojos saltaban de un lado a otro como centinelas ante un campamento de pequeños temores.
-¿Eres Grippo?-preguntó Henry.
-no he hecho ninguna presa -gritó el hombre-. Yo no hago presas. No tienes ninguna razón para acusarme.
Una vez, en Saint Malo, le habían abordado así y después le habían azotado en la cruz hasta que se le abrieron en el cuerpo cien bocas profundas cada una de las cuales reía sangre. Grippo temía desde entonces todo lo que olía a autoridad.
-¿Quien eres?- preguntó.
-Creo que voy a hacer tu fortuna, Grippo -dijo Henry con decisión; sabía cómo tenía que manejar a aquel individuo, pues era una reproducción exacta de los muchos esclavos de la plantación (medroso, avaro quizá)-. ¿Qué harías con quinientas libras inglesas, Grippo?
El negro se lamió los labios y echó una mirada al vaso vacío que tenía delante.

La Taza de Oro
Henry Morgan, el bucanero más grande de la historia.
Jon Steinbeck

No hay comentarios: